El fuego, el agua, la tierra. Poemario de Natalí Di Vincenzo

Presentación en el Espacio Cultural Los Abrazos, Lomas de Zamora.
Diciembre de 2023.

Por Pablo Pallás

Fotografías: Matías Ronco

En primer lugar quiero agradecer el enorme privilegio de haber podido leer este nuevo, hermoso, impactante (no quiero abusar de los adjetivos) poemario, de Natalí. En los tiempos que vivimos la presentación de un nuevo libro se convierte en un encuentro celebratorio.
Conocemos a Natalí, su arte multifacético, desde la composición musical, el canto, el cine, la medicina china, la escritura, sus poemas anteriores y estos que ella presenta hoy. Una artista enorme, un alma de diamante, al decir de Spinetta, que vive cerca nuestro, que es de zona sur, que nació en Banfield, como grandes artistas que nacieron o vivieron aquí. En la estación del ferrocarril, estaban retratados, entre ellos el enorme Cortázar o el mismísimo Sandro, el Dr. Alende, (no Allende). Yo mismo he nacido en Banfield y a veces camino por allí para ver si me llega algo de ese espíritu creativo.

Alma de diamante decíamos, a partir de allí nos encontramos con una obra bella y sorprendente.
Cuando decimos que hacemos algo bien, algo bueno, decimos que es poesía, ¿Cómo te salió, cómo fue, cómo lo hiciste? –¡Un poema! suele ser la respuesta.
Una antigua definición refiere al buen decir, a la bella escritura, pero estrictamente fue el primero de los géneros literarios para comunicar de otra manera. Luego, la épica de los héroes fue recitada, luego escrita en forma de poemas, versos con rima como recurso mnemotécnico. Nos queda de ello, los jingles publicitarios, si digo “Marolio” todos sabrán lo que sigue. En distintas épocas fue un género mayor o menor, por ejemplo: El narrador cada tanto se daba una licencia para escribir un poema abstraído de las cuestiones del mundo, pero eso también se transformó. Luego el poeta se convirtió en el que decía más allá de lo que estaba escrito. Decir más allá de lo dicho, parafraseando a Pizarnik, cito: “Cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa”.

En esta obra que presentamos nos encontramos con el decir, con aquello que otros no pueden nombrar. No es la voz de los que no tienen voz, esa sería solo una bonita interpretación política social, es además, decir, lo que está oculto, dar otra vuelta sobre aquello que late, dentro o fuera, o quizás decir para que el lector comience a buscar aquellas palabras que le resuenan por algún motivo.

¿La belleza puede cuestionar lo establecido? Decididamente sí. Todo es cuestionable, meditado, todo es reflexionado y cuestionado. El orden de las cosas no es algo dado. Aquí en estos poemas se puede percibir muy bien. La reflexión me permite otro orden, o bien, otra reflexión. Notamos algunas certezas de la autora, pero con la invitación a seguir abriendo caminos en el sentir y en el pensamiento.

Podemos abordar este libro “EL FUEGO, EL AGUA, LA TIERRA” desde las competencias culturales a las que remite o desde la experiencia de vida. Creo que la segunda opción es la correcta para la poesía, pero de todas maneras arranco con algunas cuestiones de la primera:

Quería encontrarme con los extensos poemas que alguna vez leí de la autora pero me sorprendió un poemario divido en tres grandes temas y con algunos poemas que me remiten a los aforismos de Alejandra Pizarnik o al estilo de Olga Orozco, con un poder de síntesis envidiable –no escribo poesía por ello– sin embargo, encuentro, me atrevo a decir una potencia en esta escritura mucho más contundente, quizás por lo contemporáneo, en la voz de Natalí.

Algunas conexiones posibles

Hace poco vi una película filmada en 2013, tengan en cuenta la fecha, la traducción al castellano del título es “Al final de los sentidos”, en la que se pueden trazar algunos puntos de contacto con el libro. La película está atravesada por una historia de amor, ella epidemióloga, él cocinero o chef, vienen de vínculos no felices, pero siguen buscando esa relación ideal que invita a apostar a la vida, sin embargo se genera una pandemia. El primer síntoma es ira, enojo, para perder luego un sentido, el primero es el olfato, ¿les suena conocido? Luego el ataque de ira, el gusto, luego la audición, en el medio ellos van y vienen, faltan unos minutos para terminar la película, caos en la ciudad, que representa al mundo y vuelven los protagonistas, se reencuentran y se va el sentido de la vista, o sea, pantalla fundido a negro, no puede continuar la película, ellos perdieron esos sentidos, escuchamos la voz de la narradora que es la misma protagonista que dice “Y ahora estamos inmersos en esta oscuridad total” pero sabemos que ellos se quedaron juntos, tenemos algo de esperanza.

Este libro traza momentos muy oscuros pero también deja algunas puertas abiertas, cito: “Sólo por un segundo pienso ¿Qué sentiré / cuando pueda abrazarte “ en el poema Lo posible.
En el caso de “El fuego, el agua, la tierra”, no es el final de los sentidos, sino la máxima expresión de los mismos. Hay una explosión de los sentidos.

Siguiendo con los sentidos, hay una cuestión importante con la mirada, hacemos link, hipervínculo o intertexto con la obra de Charly Garcia, afecto a los gustos de la autora. La mirada, los ojos, la acción de mirar, está presente en la obra de Charly: “Yo nací para mirar lo que pocos quieren ver…”

LA MIRADA presente transversalmente en la obra de Natali

“Aquella mirada
Era el resumen de la noche posado en tus ojos
Con su lluvia, su viento y tu miedo al mar
Y aquel sueño que te conté”
dice Silvio Rodriguez y parece haber leído este libro.

También hay algo spinettiano en la manera de abordar lo cotidiano y sumarle ese significado que a simple vista, o a primera lectura, se nos puede pasar por alto. Eleva lo cotidiano a otro plano, ejemplo de ello, el uso de las hojas del Gingko Biloba, las hojas del sauce o la madera.
Otra transversalidad es la vida y la muerte. Los griegos hablaban del Eros y el Thanatos, la pulsión de vida y la de muerte, siempre gana la pulsión de vida, sino, no tendría sentido todo lo que hacemos. Aquí, en los poemas recorremos esas pulsiones, en los latidos de los pájaros, en la mirada que explota, en los árboles. Es un cross a la mandíbula al decir del escritor Roberto Arlt, es un grito de alarma o despertador: ¡Despertate! ¡Hace algo que te vas a morir!, recorre esta advertencia desde las primeras páginas.

A simple lectura es un libro que desgarra, pero, la profundidad de sus poemas nos dan fuerza o esperanza, desde la aceptación del caos en el que estamos inmersos. Y en este punto vuelvo como ejemplo al poema Lo posible.

En Lamento o La mariposa, puede encontrarse una conexión con Samantha Schweblin, quien en uno de sus relatos, vincula las mariposas con las infancias. También en “La fragilidad de los cuerpos” de Sergio Olguín. Agrego otra vez al compositor y poeta cubano Silvio Rodríguez, en varias canciones, pero en particular “Mariposas” o “Yo te quiero libre”. Natalí se pregunta si vemos en la mariposa a nuestra infancia y la fragilidad de la libertad. Niñez, fragilidad, libertad, a partir de la observación de una mariposa.
Más allá de las conexiones posibles que mencioné, me resulta muy impresionante, en estos tiempos que corren, que Natalí se pregunte por la fragilidad de la libertad, en un momento histórico en el que un grupo de lunáticos resignificó la palabra, instaló un significante temible en su lugar, por ello el poemario nos interpela y de alguna manera rescata el significado de la palabra, el más pleno, el más puro.

Quiero compartir como me ha interpelado la tercera parte:
Uno de los poemas, concluye con estos versos: “Tengo el tiempo / en mis manos”. El tiempo sustancia intangible, recurrente, inabarcable, que este “yo poético” de la autora nos sorprende con el manejo de la situación, porque soy cuerpo, porque soy tierra, tengo el tiempo, el tiempo me pertenece.
Con respecto a abordarlo desde la experiencia personal:
Me tomo el atrevimiento de leer un poema completo, insisto que toda poesía debe ser abarcada desde lo vivencial, desde lo que nos provoca, ese movimiento de sentidos que nos interpela, nos cuestiona o nos suaviza los días, desde lo más concreto hasta lo más abstracto, quizás fusionando ambas categorías.

Antes de la lectura, les cuento:
Durante varios años estuve en pareja con una bella persona que todos los diciembres, nos regalaban o cortábamos o comprábamos, jazmines y los poníamos en vasos o pequeños floreros perfumando un par de días el departamento en que vivíamos. Ese vínculo se terminó, murió.
Por otra parte mi padre solía plantar y cuidar los jazmines de su casa, y en noviembre, diciembre, florecían fuertes y bellos. Al cumplirse un año de su muerte, los jazmines de ese hogar, que fue también mi hogar, donde vive mi madre, al año, dieron unas flores descomunales, brotaron y crecieron de una forma que nunca habíamos visto, mi madre repartió jazmines a todo el mundo, los jazmines de mi papá, ¿Será entonces que en el umbral de los jazmines se unen la vida y la muerte?

Leo:
“Umbral”
Cortar un jazmín
es el inicio de un amor.

Contemplarlo en el agua
es el inicio de una muerte

¿Será que en el umbral de los jazmines
se unen la vida y la muerte?

¿Será que ese es el umbral del amor?

N. Di Vincenzo

Para cerrar voy a tomar la imagen final de una película cubana, pero en lugar de ambientarla en La Habana en un hotel frente a la Bahía, estamos caminando por una calle de Banfield, vemos a una mujer que canta sobre la terraza de su casa, hay viento, es el atardecer, levanta todos sus escritos en papel, papeles sueltos, como un cuaderno desarmado, una carpeta que le han sacado las hojas y los arroja al cielo, el viento hace lo suyo, los desparrama por todo el barrio, sabiendo que las palabras de amor allí contenidas, llegarán a su destino. De esta manera simbólica, hoy se inicia oficialmente el recorrido del primer libro, de algunos de los papeles, que contienen otra música, la de las palabras, insisto, de alguno de los papeles de Natalí. Y nosotros somos los primeros en recibirlos, para que sigan otros recorridos, otros barrios, otros caminos posibles.
Muchas gracias.

Pablo Pallás
Poeta, escritor